Travesía por los Himalayas


Desde las Annapurnas, Diosas de las Cosechas, hasta Sagarmatha, la Frente del Cielo.-

martes, 30 de abril de 2013

Baktapur, Changu Narayal- Valle de Kathmandu

















Seguimos por acá!! A pesar de mi ansiedad de rajar para las montañas. Acá ya no se puede respirar. Ayer deliberamos si ir en jeep, viaje por camino de cornisa que dura 16... 17 horas, o el avión que resulta ser más caro de lo que pensábamos.  282 dólares ida y vuelta a Lukla, una barbaridad!! Pero el viaje, 16 o 17 horas de autobús!! en camino de cornisas y tierras deslavadas y después caminar tres días más hasta llegar a Lukla, tres días en los que deberíamos dormir en hospedajes, albergues de montaña, y comer en el camino. Optamos por el vuelo. El vuelo a uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo, el nº 1 en la lista de los primeros 10,  esperamos que sea menos peligroso que las carreteras de montañas, y son solamente 50 minutos.
Saldremos mañana en la mañana. Directo a Lukla y de ahí a encarar Sagarmatha.
Hoy fuimos a Baktapur, un pueblito a 10 km de Kathmandu. Hicimos nuestra experiencia en autobuses urbanos,que quilombo! En Baktapur dimos la vuelta alrededor de lo que sería la ciudad vieja, pero no entramos porque costaba 1100 rupias, demasiado, pispiamos, pensamos que no valía la pena todo ese dinero, y nos tomamos otro colectivito urbano, otra vez bocinazos, polvo, ruido, quilombo, pero menos, subía por una cuesta en medio de un  bosque bastante fresco, hasta Changu Narayal donde hay un templo muy bello, diferente a todos. Con colores. Y Visnu en todas sus formas reencarnadas, con diez cabezas, o medio león medio hombre matando a un demomnio, o como el enano que de tres zancadas atravesó el universo para matara Bali. También pasamos por los templos de las tres diosas, acá en Kathmandu. Vimos muchos relieves con figuras eróticas muy ingeniosas, para practicar.
No veo la hora, no veo la hora de irnos a las montañas!!
El entusiasmo se mantiene en vilo, expectante. Hay que ir a comprar algunas vituallas para el camino. Me quiero rajar de este quilombo.
Un colectivo de Kathmandu a Bakhtapur cuesta 25 rupias. De Bakhtapur a Changu Narayan cuesta 20 rupias.

Quiero caminar entre las cumbres que me seducen, rodearlas con mis pasos es como ir abrazándolas a medida que se van entregando, lentamente, hurañas moles de piedra y hielo, las amo. Voy a abrazarlas con mis pasos. Pronto!


lunes, 29 de abril de 2013

Patan, Kathmandu












Salimos un poco de la urbe de Kathmandu, a un pueblo que supo ser importante y se nota en los antiguos fulgores de su arquitectura, en sus puertas y ventanas de madera profusamente talladas. Debe haber sido muy hermoso. Ahora se viene abajo, y en medio de lo que fueron antiguas y bellas construcciones, de cuyas ventanas ahora se asoman un sinfín de cabecitas a modo de conventillos, se levantan pequeñas estupas y cientos de templos en  plazas y esquinas. Fuimos a la Plaza Durbar de Patan. Ya con la amiga Stella a quien recogimos esta mañana en el aeropuerto y zambullimos de cabeza en el bullicio, ruido, quilombo, de esta ciudad. Lo primero fue tomar mates y charlar. Después fuimos a sacar los permisos para adentrarnos a partir de mañana en el Parque Sagarmatha, la frente del cielo, donde se encuentra el Everest. La caminata será más dura y más larga de lo previsto porque el vuelo a Lukla ida y vuelta es muuuuy caro, asi que encontramos una opción para ir hasta un lugar, Phaplu, en jeep, por esas carreteras horribles, pero nos acerca, y de ahí se nos sumarán tres días a lo ya planificado. No nos alcanzan los días si los contamos matemáticamente, pero si los contamos con el entusiasmo, por ahora nos alcanzan y nos sobran. Después volvemos en avión, para estar seguros y tranquilos. Esperemos que los buenos vientos nos acompañen, que nos lleven desde la popa enfilando proa a las cumbres. Queremos llegar!
En Patán hicimos un recorrido completo por las calles de la ciudad, los templos hinduistas, las estupas blancas, y los templos de Krishna. Luego comimos muy rico en un restaurante y Stella y Martín inauguraron su tour de la cerveza foránea.
Un taxi hasta o desde Patan cuesta entre 300 y 350 rupias.
El permiso para el Sagarmatha cuesta 3000 rupias, es más caro que al Annapurna que cuesta 2000, debe ser porque esta  el Everest... no sé. Pero VAMOS A VER EL EVEREST! El más mayor de los ochomiles del mundo, el más alto del mundo, y no es joda. Si no se nubla, a que lo vemos! A que se deje ver!
Tuvimos que hacer otro TIMS, carnet de trekking, 20 dólares cada uno. Para todo se requieren fotos que ya teníamos, previa investigación.

domingo, 28 de abril de 2013

Kathmandu-Pashupatinah-Boudhanat-Jardin de los sueños


































Nos fuimos caminando por el mundanal ruido, por la Avenida Naxal, llena de autos y motos, y gente que cruza las bocacalles por donde puede y como puede mientras policías en esquinas, metidos en un pequeño kiosko, tratan, sin silbato, de dirigir el tránsito con los brazos, entre los bocinazos y el quilombo. No hay semáforos en Kathmandu, y de nada servirían, en ningún lugar de Nepal, puesto que la mayor parte del tiempo tampoco hay electricidad. La electricidad está restringida en todo el país porque no alcanza, así que en todas las ciudades de Nepal adonde llegaría la luz, llega con cuentagotas. Más o menos la van cortando en periodos de cada ocho horas, a veces de a cuatro. Ahora, en este momento, por ejemplo, no hay luz, pero algunas cosas siguen funcionando con grupos electrógenos. Todos o casi todos, muchos, tienen generadores, ruidosos también, tiran de la piola, empieza a girar la correa y se prenden los motores. Percusionan con los bocinazos, y algún reggae que suaviza la cosa y viene de algún local de los alrededores.
Llegando a Pashupatinah se empieza a sentir una mezcla de olores que se infiltra en el polvo, y, y con el polvo, y el humo, se nos infiltra en la piel, en la ropa, y nos queda pegado a la nariz. Me dio un poco de náuseas, y me impresionó. Hay muchas hogueras. Parecen divididas para ricos y pobres. Entramos por el lado de los pobres, los de abajo, porque nos colamos. La entrada costaba 1000 rupias, lo que nos pareció excesivo para tal morboso espectáculo, así que nos metimos por otro camino, cruzamos en una parte el río, y pasamos por en medio de las chabolas de la gente más pobre, “los intocables” que nos miraban extrañados de que anduviéramos por ahí. Así llegamos a la parte donde están los templos, y donde por muchos años, hasta 2001, los intocables no tenían permitido el acceso. Hay muchos sadhus, santones, esos que andan con las barbas largas, algunos semidesnudos o con túnicas amarillas y naranjas, y un callado para caminar. Hay muchas piras, y algún cadáver esperando con algún doliente al lado, el turno de su hoguera. Luego, los palos de las piras que no se alcanzan a quemar, y la mugre, flota en el río sagrado Bargmati, donde al mismo tiempo las mujeres lavan la ropa, y más de uno se mete a remojarse las patas.
Salimos de Pashupatinah y como era temprano nos fuimos a Boudhinath. La mayor estupa de Asia. Un lugar contrastante con el anterior por su inmaculada blancura, por el olor a inciensos, y por los coloridos monasterios de los alrededores. Boudhinath queda a 1 km y medio de Pashupatinah que a su vez queda a poco más de 2 km de Thamel, el barrio concurrido y turístico de Kathmandu donde nos alojamos en el hotel Potala.
El hotel Potala cuesta 18 dólares con internet, baño, desayuno, para dos personas. Para tres cuesta 25. Martín se come un pollo Sizzler, completito y con rico aroma que cuesta 295 rupias, y yo me pedí un budín de arroz que cuesta 125 rupias.
Un taxi desde Pashupatinah a Boudhinath -se puede caminar- cuesta 200 rupias, y de regreso a Thamel, desde Boudhinat, cuesta 300 rupias.
Para alejarnos del mundanal ruido y recuperarnos de los contrastes de este día, nos refugiamos en el jardín de los sueños. Un rincón, que a pesar de estar en plena ciudad y a pasitos de este Thamel, es un reducto de paz. Árboles, magnolias, flores, orquídeas, lirios, gardenias, lotos, estanques y fuentes, helechos. Y los ALISUS! Ahí nos tiramos en el pasto y nos relajamos un buen rato bajo la mansedumbre de un cielo húmedo y gris que no quiso llover.